sábado, 10 de diciembre de 2011

The yerro is comming

Seguramente me diréis, con razón, que lo que voy a exponeros es una apreciación secundaria, un poco pedante incluso. Pero el asunto no tiene nada de baladí porque afecta al corazón de la historia; un yerro en el principio de los tiempos se perpetúa y pasa a ser una verdad a medias, o incluso un dogma de fe. Y cuando esto ocurre todas las investigaciones que se realizan a posteriori y que no tienen la documentación original a mano caen en el mismo yerro. 
Quizá el caso más conocido sea el de la Biblia. Antes de que el siglo XVI ofreciera algunas traducciones desde originales griegos la gente se apañaba con la Vulgata, que contenía (al decir de los expertos) numerosos errores e inexactitudes. No nos vamos a ir tan lejos, nos vamos a quedar en el siglo XIX, a finales, cuando los caminos de hierro (esta vez sí, de hierro y no de yerro) traían a Valdepeñas cultura, riqueza, arte y conocimiento y se llevaban (en panzudos bocoyes, robustos fudres o manoseados pellejos) el rúbeo licor que tan famosa haría a esta población. Justo en ese momento un historiador valdepeñero, muy conocido por todos (y cuya obra respeto, como no podía ser de otra manera, gracias a la gran información que nos ha aportado) escribió distintos libros y fue recopilando numerosa información sobre la ya ciudad del vino, que luego verían la luz en las postrimerias decimonónicas y en lo primeros años del siglo XX. Pues bien, ese personaje (que no es otro que D. Eusebio Vasco) cometió un yerro. Esto no tiene importancia, todos los que hemos escrito sobre historia hemos pecado. Yo mismo, en uno de mis primeros artículos en Canfali, atribuí a Sócrates un libro que en realidad era de Aristóteles, la Ética a Nicómaco (yerro que me descubrió un buen amigo). Sin embargo la importancia del yerro de D. Eusebio es que todos los que han escrito posteriormente sobre la historia de Valdepeñas han cometido ese mismo error, perpetuándose éste en publicaciones de historiadores y en las que llevan a cabo los organismos oficiales.
21 de abril de 1861. Ese es el motivo de este artículo. Supuestamente este día se inauguró el tren en Valdepeñas, y tengo que decir que no, que es absolutamente erróneo. El primer tren que llegó a la ciudad del vino lo hizo el 24 de mayo de 1861 (tren inaugural, con la fanfarria y el oropel que en estos casos se produce ante un  acontecimiento tal), y la línea entre Manzanares y Santa Cruz de Mudela se abrió un 21 de abril, efectivamente, pero de 1862. Seguramente D. Eusebio se equivocó al trascribir sus escritos y de ahí viene el error, que se ha perpetuado hasta tal punto que yo mismo ofrecí una conferencia sobre el tren en Valdepeñas anunciando esto que os estoy diciendo y, unos meses después, se publicó un folleto institucional donde volvía a aparecer la fecha. Sí, ya se que no es algo que tenga una enorme importancia, que es posible que lo consideréis, insisto, baladí o secundario. Pero el error lleva con nosotros unos 100 años, y no tiene pinta de desaparecer. Y el problema es que el yerro, como el invierno, is coming...
El otro día leía un artículo sobre patrimonio industrial de Valdepeñas y me percaté, oh hados oscuros de la equivocación, que en esas páginas se vertía de nuevo un yerro, ya que se afirmaba taxativamente que la estación de tren de MZA tuvo siempre dos pisos. A la vista de las imágenes que os ofrezco, ¿os quedan dudas de que, efectivamente, estamos ante otro yerro que, me apuesto lo que queráis, durará en el imaginario popular per secula seculorum?
Hagan sus apuestas.


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