Es curioso cómo algunas cosas que nada tienen que ver entre sí pueden terminar encadenándose en la mente, conformando un todo compacto y bien argumentado que, en principio, ofrece pocos nexos de unión. Lo cierto es que la situación comenzó cuando me encontraba hojeando el maravilloso Manual de arte prehistórico de Sanchidrián (esencial para los que hemos estudiado historia por su completitud, su complejidad, sus excelentes dibujos y su información, rica y variada). Estaba recordando la periodización de las distintas fases de la prehistoria (y percatándome de lo poquísimo que, históricamente, llevamos recorrido (si lo comparamos, por ejemplo, con el Paleolítico inferior)) cuando un suceso me vino a la memoria, de repente, y que tiene que ver con la temática de este blog: el ferrocarril.
Cuando hace algún tiempo presenté el libro El ferrocarril en Santa Cruz de Mudela: motor de desarrollo poblacional tuve una experiencia que no sé si calificar de desagradable, pero sí que fue un tanto inquietante. Uno de los asistentes a la presentación del libro, conocedor de la historia de los caminos de hierro, quiso hacer algunas puntualizaciones a lo que yo estaba afirmando. He de decir que esas puntualizaciones, en otro contexto, me hubieran resultado gratas de oír, pero en la presentación de un libro ya terminado, la verdad, no tenían mucha razón de ser. De las cosas que aquel señor dijo la que más atención (y sonrisas) suscitó fue la afirmación de que el primer ferrocarril era un invento que ya se había creado en el Paleolítico, hacía al menos 5000 años, puesto que en un lugar se habían descubierto raíles tallados en la roca, por los que circularían una serie de vagonetas rústicas. Vaya por delante que, de ser cierta la cuestión, no sería adscribible al Paleolítico sino al Neolítico, pero la verdad es que el asunto no tenía, a mi juicio, mucho sentido. Y al pasar las hojas del manual, y siendo la época que retrata el mismo la de aquellos maravillosos primeros homínidos (llámense Erectus, Neandertales o Sapiens) me acordé de la anécdota...
Y curiosamente, mientras hojeaba el libro y contemplaba los santos, acordándome de aquel espontáneo, una imagen me llamó la atención. El manual afirmaba que se trataba de un ejemplo de arte mueble, en concreto de un mamut encontrado en la cueva de Geissenklösterle, en el sudeste de Alemania. La pieza atrajo enseguida mi atención porque tenía una forma curiosa que me recordaba algo que, en ese momento, bordeaba mi memoria. De repente la radio comenzó a emitir Carne Cruda, un maravilloso programa de Radio 3 que se emite de 14 a 15 horas. Y el tema elegido para ese día era La Guerra de las Galaxias. Javier Gallego, el conductor del programa, entrevistaba a un fan de la saga que había sacado recientemente un libro. Y al afirmar este muchacho que su película favorita era El imperio contraataca (aún hoy desconozco a un seguidor de Star Wars que apostate de la segunda película (es decir, el capítulo quinto)), enseguida me acordé de a qué se asemejaba aquel mamut. Y dado que la bendita red de redes permite comprobar al instante si nuestra intuición es cierta, me dediqué a comprobar si, efectivamente, aquel mamut podía ser la representación de otra cosa... Juzguen ustedes mismos, pero a mí (teniendo en cuenta, claro está, lo rústico de la factura) me parece que son clavados.
Cuando hace algún tiempo presenté el libro El ferrocarril en Santa Cruz de Mudela: motor de desarrollo poblacional tuve una experiencia que no sé si calificar de desagradable, pero sí que fue un tanto inquietante. Uno de los asistentes a la presentación del libro, conocedor de la historia de los caminos de hierro, quiso hacer algunas puntualizaciones a lo que yo estaba afirmando. He de decir que esas puntualizaciones, en otro contexto, me hubieran resultado gratas de oír, pero en la presentación de un libro ya terminado, la verdad, no tenían mucha razón de ser. De las cosas que aquel señor dijo la que más atención (y sonrisas) suscitó fue la afirmación de que el primer ferrocarril era un invento que ya se había creado en el Paleolítico, hacía al menos 5000 años, puesto que en un lugar se habían descubierto raíles tallados en la roca, por los que circularían una serie de vagonetas rústicas. Vaya por delante que, de ser cierta la cuestión, no sería adscribible al Paleolítico sino al Neolítico, pero la verdad es que el asunto no tenía, a mi juicio, mucho sentido. Y al pasar las hojas del manual, y siendo la época que retrata el mismo la de aquellos maravillosos primeros homínidos (llámense Erectus, Neandertales o Sapiens) me acordé de la anécdota...
Y curiosamente, mientras hojeaba el libro y contemplaba los santos, acordándome de aquel espontáneo, una imagen me llamó la atención. El manual afirmaba que se trataba de un ejemplo de arte mueble, en concreto de un mamut encontrado en la cueva de Geissenklösterle, en el sudeste de Alemania. La pieza atrajo enseguida mi atención porque tenía una forma curiosa que me recordaba algo que, en ese momento, bordeaba mi memoria. De repente la radio comenzó a emitir Carne Cruda, un maravilloso programa de Radio 3 que se emite de 14 a 15 horas. Y el tema elegido para ese día era La Guerra de las Galaxias. Javier Gallego, el conductor del programa, entrevistaba a un fan de la saga que había sacado recientemente un libro. Y al afirmar este muchacho que su película favorita era El imperio contraataca (aún hoy desconozco a un seguidor de Star Wars que apostate de la segunda película (es decir, el capítulo quinto)), enseguida me acordé de a qué se asemejaba aquel mamut. Y dado que la bendita red de redes permite comprobar al instante si nuestra intuición es cierta, me dediqué a comprobar si, efectivamente, aquel mamut podía ser la representación de otra cosa... Juzguen ustedes mismos, pero a mí (teniendo en cuenta, claro está, lo rústico de la factura) me parece que son clavados.
Bueno, la voluntad del artista prehistórico era representar un animal, seguramente un tipo de paquidermo aunque me recuerda más a un quelónio. La voluntad del diseñador del AT-At es la misma, aunque más bien recuerda a algún tipo de cánido. No me sorprende que coincidan aunque reconozco que se parecen mucho.
ResponderEliminarPor cierto, yo también me quedo con el episodio quinto, como todo el mundo, precisamente el que no dirigió el señor Lucas.
Sería lo que se suele llamar parecido razonable. Inquietante como el señor de la presentación. Entre tu y yo (envidia) :)
ResponderEliminarRose, a mi también me parece otra cosa que un mamut, pero los expertos así lo han datado, y no te quiero ni contar cómo anda el patio entre los sesudos analistas de la arqueología. Y por cierto, sabía que a ti también te iba a gustar más el episodio quinto, llámalo sexto sentido o sentido común a secas.
ResponderEliminarJe, je, je, Mari Jose, yo también pienso lo mismo, pero claro, no lo puedo decir que si no quedo de pedante, ejem...
ResponderEliminarQue bueno!Como me gusta cuando se consiguen sacar relaciones inverosimiles. En Acequion estamos preparando un articulo sobre El señor de los anillos como paradigma epistemologico de la prehistoria, :D
ResponderEliminarM.C.M.C.
Je, je, je, pues ya estoy deseando leerlo, porque seguro que es muy interesante!!
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